Bilbao Shemale Escort Review: Bia Spencer en Mallorca. Corrida en la boca y chorro dorado al correrme.
Autor: badmotor2008
Con unas semanas de retraso, llega el relato de mi cuarto encuentro con la gran Bia Spencer. Lo bueno siempre se hace esperar. Nos citamos el penúltimo miércoles de junio, media tarde. Exactamente, doce días después de mi ansiado reencuentro con ella. Son sus últimos días en Mallorca. Depilado, aseado y duchado, cojo el coche y salgo hacia su piso. Aparco sin problemas y me planto en su portal a la hora acordada. Me abre y subo en ascensor.
Me recibe en toalla y con el pelo recogido. Acaba de salir de la ducha. Me da dos besos y pide disculpas por no estar preparada. No me importa en absoluto. Nos vamos a su dormitorio y me pongo cómodo. Me quito los zapatos y me siento en la cama. Bia me dice que estaba en la calle cuando hemos hablado. Me quito más ropa mientras seguimos conversando. Me pide que pase por el baño para darme un repaso. Así ella se acaba de arreglar. Aunque vengo duchado de casa, acepto. Por cierto, buena iluminación en el cuarto y buena temperatura. Esta vez, hay dos ventiladores encendidos refrescando el ambiente.
A mi regreso al cuarto, encuentro a una Bia todavía más guapa. Pelo suelto y maquillada. Lleva puesto el conjunto negro que luce en su última sesión. El de las fotos donde la vemos en plan ama. Perfectamente ajustado a sus curvas. Al decirme que no lleva ropa interior, empieza a ponerme caliente. Los zapatos son los taconazos negros que luce en las fotos con el conjunto negro y fucsia. Medias negras con detalles de color en su parte posterior a la altura de sus muslos. Las acaba de comprar y le quedan de miedo. Me muestra la caja. Siento que ya me está seduciendo. Uñas naturales, más largas que hace 12 días. Arregladas pero sin pintar. “¿Te gusta como voy?”... pregunta. “Y tanto”... respondo yo. Sentados en la cama, comenzamos a charlar. Los temas van fluyendo. Bia te conquista con su palabra. Mira fijamente a los ojos cuando te habla. Se acomoda apoyando su espalda en el cabecero de la cama. Yo quedo frente a ella, sentado con mis piernas cruzadas y mis manos sobre sus rodillas. Me siento cómodo. Aparte de su mirada, su boca capta toda mi atención. Grande y muy sensual. No puedo evitar fijarme en su paquete, por supuesto. Al no llevar ropa interior, se le marca bastante. Y claro, me pongo palote al hacerlo.
Con un gesto, Bia decide iniciar la sesión. Al detectar mis miradas, saca su polla por un lado del conjunto negro. De momento, en reposo. Me quita la toalla y empieza a meterme mano. Yo hago lo mismo. “Vamos a hacer un 69”... propone Bia. Me encanta la idea. Lo iniciamos de lado. En cuanto empiezo a chupar, su polla responde. La introduzco en mi boca y la siento crecer. Ella se traga la mía, bien durita desde hace un rato. Ensaliva bien y mama magistralmente, agarrando fuertemente con sus manos. Mamada profunda y morbosa. Al mismo tiempo, pasea sus dedos por mi entrepierna y juega con mi culo. ¡Una gozada!
“Voy a comerte el culo”... escucho. “Ya verás como me pongo”... añade. Me tumbo en el borde de la cama boca arriba. Bia se coloca de rodillas fuera de la cama, para que su cabeza quede a la altura ideal. Empieza a lamer. Con muchas ganas. Besa con sus labios y absorbe, emitiendo ruidos. Separa mis nalgas con sus femeninas manos. Veo sus dedos apoyados en mis muslos. Y más allá, su lasciva mirada. Devora mi culo. Y con su mano derecha, se masturba. Aún recuerdo mi primer beso negro, precisamente con Bia hace unos años. Lo de hoy es antológico. Me retuerzo de placer. Ella se incorpora sonriente. Sus labios y su rostro empapados en saliva. “Mira como me he puesto”... me dice exhibiendo pollón. Espectacular. Enorme y con su característica curva hacia arriba. “Túmbate boca arriba y pon tu cabeza en el borde de la cama”... me dice. “Sé que esto te gusta”... añade. Ella sigue de pie, con sus piernas pegadas a la cama. Se coloca detrás de mi cabeza y me hace abrir la boca. Ensarta su pollón y me folla la boca, llegando al fondo de mi garganta. Me llegan arcadas, aunque relajo mi musculatura y desaparecen. La situación, tremendamente excitante ya, mejora. Bia inclina su cuerpo hacia delante y empieza a chupármela. Aunque solo veo culazo, siento sus labios trabajando mi polla. Estaríamos en una variante del 69 en la que ella manda. Yo abro bien la boca, relajo mi garganta y disfruto su pollón.
Cambiamos de postura. Bia se tumba a mi lado y empieza a pajearme. Juntamos nuestros cuerpos. Agarro sus preciosos pechos con mis manos. Son perfectos. Tamaño medio. Duros y firmes. Chupo sus pezones, siempre erectos.
“Ponte a cuatro patas”... escucho. Se coloca un condón rojo y lubrica mi culo con sus dedos. “A ver si hoy no te quejas”... me dice. Coloca su punta en la entrada y me la clava. Poco a poco, hasta el fondo. Parece que dilato bien. Embiste y siento el choque de sus pelotas con mis nalgas. A diferencia del día anterior, no huyo hacia delante. Al contrario, levanto mi culo desafiándola. “Hoy sí que entra bien”... suelta Bia. No digo nada, pero creo que mi escapada fugaz a Barcelona tiene algo que ver. Tres días atrás, la impresionante Safira Gam me puso fino. Me excito con nuestros cuerpos reflejados en el espejo que hay a los pies de la cama. A Bia le gusta entrar y salir. La saca del todo para volver a entrar. A mí me encanta ver como su pollón desaparece en mi culo con cada embestida. Agarra mis caderas con firmeza y sigue dándome.
La saca para cambiar de postura. Aprovecha el momento para cambia el condón, y escoge otro de color rojo. Me tumba boca arriba. “Vamos a hacer el frango assado. Quiero ver tu cara mientras te follo”... escucho. Introduce un par de dedos en el condón y me folla con ellos. Me encanta. Me tiene bien empalmado. Se calza el condón y penetra. Me la clava de golpe. Agarra mi polla y pajea. Me desafía con su mirada. Inclina su cuerpo hacia delante buscando mi cara. Deja caer su saliva sobre mi boca, que espera abierta sus regalos. Me lo trago. Estoy excitadísimo. Sigue bombeando. La curvatura de su polla hace maravillas con mi próstata. Tengo que pedirle que no me masturbe durante un rato. No quiero acabar ya. “Pero sigue follándome”... le digo. Y así lo hace. Abre mis piernas con sus manos y sigue dándome a buen ritmo.
Deja de encularme y se quita el condón. Se sienta sobre mí, mostrando culazo. Sin que ella diga nada, separo sus nalgas con mis manos y llevo mi lengua a su rajita. Ella se pajea y vuelve a chupármela. “Así, así. Cómeme el culo”... suelta entre gemidos. Alterna mamada con momentos en los que me pajea. “¡No te corras, eh!”... me advierte. Bia gime cada vez más. Mi beso negro la lleva al borde del delirio. Se da la vuelta de golpe y se coloca de rodillas frente a mi cara. Empieza a chillar y a soltar chorros de leche. Mi boca, bien abierta, recibe su rica descarga. Siento el calor de su leche sobre mi lengua. Su consistencia es densa y su sabor delicioso. Ella resopla. Una vez deja de convulsionar, más leche se acumula en la punta de su polla. Relamo y la llevo a mi garganta. Exprimo con mi mano y logro sacar más leche. Que también trago, evidentemente. Juego con su polla y lamo bien. Poco a poco, Bia vuelve en sí.
“Vamos al baño”... dice ya recuperada. Voy directo a la bañera. Sé lo que me espera. Ella se coloca de espaldas a mí y empieza a contonearse. Baila moviendo su rico culazo. Separa sus nalgas con sus manos y exhibe orgullosa su puerta trasera. “¿A que te gusta lo que ves?”... escucho. Al ver como abre y cierra su agujero, me entran ganas de salir de la bañera y clavársela ahí mismo. Sentir esas contracciones con tu polla dentro debe ser glorioso. Me contengo.
“Cómete mi fresón”... escucho mientras se da la vuelta. Saco mi lengua y relamo. Se agacha y deposita más saliva en mi boca. “Quieres mi meada, ¿verdad?”... pregunta sabiendo mi respuesta. Mi polla está a punto de reventar. La suya ha perdido algo de empalme. Parece concentrarse con su polla entre sus manos. Mi lengua trabaja su glande. Primer chorro, directo a mi boca. Se corta. Siento el calor de su oro líquido. Saboreo y trago. Intenso y salado, la misma impresión que tuve dos semanas antes. Su fuerte sabor hace que me excite más. Nuevo chorro, más intenso y más duradero. Atrapo su polla con mis labios para no dejar escapar nada. Siento su meada entrando en mi boca y atravesando mi garganta. “Córrete ahora, venga”... sale de su boca. En ese momento, exploto de placer. ¡¡Orgasmo espectacular!!
Tras la ducha, breve charla comentando la jugada. Confirmo lo que ya sabía. Bia lee en tu mirada. Sabe lo que te pone y se preocupa por dártelo. Quedar con profesionales como ella es un auténtico gustazo. Dejo el dinero en su mesita, me visto y me voy. Viene un nuevo cliente. Por cierto, forero. Me acompaña hasta la puerta y me despide con dos besos. Tengo claro que habrá nuevas entregas.
Así transcurrió mi último encuentro con Bia. De momento, vamos alternando servicios normales con sesiones de dominación. Me apasiona en sus dos facetas y es difícil escoger. Eso sí, el morbo está asegurado con Bia. Me encanta el sexo con ella. Además, siempre recibo sus ricos fluidos. Leche y lluvia dorada. Según me contó, sabía lo que pasaría antes de que yo llegara a su piso. Así es Bia.
Con unas semanas de retraso, llega el relato de mi cuarto encuentro con la gran Bia Spencer. Lo bueno siempre se hace esperar. Nos citamos el penúltimo miércoles de junio, media tarde. Exactamente, doce días después de mi ansiado reencuentro con ella. Son sus últimos días en Mallorca. Depilado, aseado y duchado, cojo el coche y salgo hacia su piso. Aparco sin problemas y me planto en su portal a la hora acordada. Me abre y subo en ascensor.
Me recibe en toalla y con el pelo recogido. Acaba de salir de la ducha. Me da dos besos y pide disculpas por no estar preparada. No me importa en absoluto. Nos vamos a su dormitorio y me pongo cómodo. Me quito los zapatos y me siento en la cama. Bia me dice que estaba en la calle cuando hemos hablado. Me quito más ropa mientras seguimos conversando. Me pide que pase por el baño para darme un repaso. Así ella se acaba de arreglar. Aunque vengo duchado de casa, acepto. Por cierto, buena iluminación en el cuarto y buena temperatura. Esta vez, hay dos ventiladores encendidos refrescando el ambiente.
A mi regreso al cuarto, encuentro a una Bia todavía más guapa. Pelo suelto y maquillada. Lleva puesto el conjunto negro que luce en su última sesión. El de las fotos donde la vemos en plan ama. Perfectamente ajustado a sus curvas. Al decirme que no lleva ropa interior, empieza a ponerme caliente. Los zapatos son los taconazos negros que luce en las fotos con el conjunto negro y fucsia. Medias negras con detalles de color en su parte posterior a la altura de sus muslos. Las acaba de comprar y le quedan de miedo. Me muestra la caja. Siento que ya me está seduciendo. Uñas naturales, más largas que hace 12 días. Arregladas pero sin pintar. “¿Te gusta como voy?”... pregunta. “Y tanto”... respondo yo. Sentados en la cama, comenzamos a charlar. Los temas van fluyendo. Bia te conquista con su palabra. Mira fijamente a los ojos cuando te habla. Se acomoda apoyando su espalda en el cabecero de la cama. Yo quedo frente a ella, sentado con mis piernas cruzadas y mis manos sobre sus rodillas. Me siento cómodo. Aparte de su mirada, su boca capta toda mi atención. Grande y muy sensual. No puedo evitar fijarme en su paquete, por supuesto. Al no llevar ropa interior, se le marca bastante. Y claro, me pongo palote al hacerlo.
Con un gesto, Bia decide iniciar la sesión. Al detectar mis miradas, saca su polla por un lado del conjunto negro. De momento, en reposo. Me quita la toalla y empieza a meterme mano. Yo hago lo mismo. “Vamos a hacer un 69”... propone Bia. Me encanta la idea. Lo iniciamos de lado. En cuanto empiezo a chupar, su polla responde. La introduzco en mi boca y la siento crecer. Ella se traga la mía, bien durita desde hace un rato. Ensaliva bien y mama magistralmente, agarrando fuertemente con sus manos. Mamada profunda y morbosa. Al mismo tiempo, pasea sus dedos por mi entrepierna y juega con mi culo. ¡Una gozada!
“Voy a comerte el culo”... escucho. “Ya verás como me pongo”... añade. Me tumbo en el borde de la cama boca arriba. Bia se coloca de rodillas fuera de la cama, para que su cabeza quede a la altura ideal. Empieza a lamer. Con muchas ganas. Besa con sus labios y absorbe, emitiendo ruidos. Separa mis nalgas con sus femeninas manos. Veo sus dedos apoyados en mis muslos. Y más allá, su lasciva mirada. Devora mi culo. Y con su mano derecha, se masturba. Aún recuerdo mi primer beso negro, precisamente con Bia hace unos años. Lo de hoy es antológico. Me retuerzo de placer. Ella se incorpora sonriente. Sus labios y su rostro empapados en saliva. “Mira como me he puesto”... me dice exhibiendo pollón. Espectacular. Enorme y con su característica curva hacia arriba. “Túmbate boca arriba y pon tu cabeza en el borde de la cama”... me dice. “Sé que esto te gusta”... añade. Ella sigue de pie, con sus piernas pegadas a la cama. Se coloca detrás de mi cabeza y me hace abrir la boca. Ensarta su pollón y me folla la boca, llegando al fondo de mi garganta. Me llegan arcadas, aunque relajo mi musculatura y desaparecen. La situación, tremendamente excitante ya, mejora. Bia inclina su cuerpo hacia delante y empieza a chupármela. Aunque solo veo culazo, siento sus labios trabajando mi polla. Estaríamos en una variante del 69 en la que ella manda. Yo abro bien la boca, relajo mi garganta y disfruto su pollón.
Cambiamos de postura. Bia se tumba a mi lado y empieza a pajearme. Juntamos nuestros cuerpos. Agarro sus preciosos pechos con mis manos. Son perfectos. Tamaño medio. Duros y firmes. Chupo sus pezones, siempre erectos.
“Ponte a cuatro patas”... escucho. Se coloca un condón rojo y lubrica mi culo con sus dedos. “A ver si hoy no te quejas”... me dice. Coloca su punta en la entrada y me la clava. Poco a poco, hasta el fondo. Parece que dilato bien. Embiste y siento el choque de sus pelotas con mis nalgas. A diferencia del día anterior, no huyo hacia delante. Al contrario, levanto mi culo desafiándola. “Hoy sí que entra bien”... suelta Bia. No digo nada, pero creo que mi escapada fugaz a Barcelona tiene algo que ver. Tres días atrás, la impresionante Safira Gam me puso fino. Me excito con nuestros cuerpos reflejados en el espejo que hay a los pies de la cama. A Bia le gusta entrar y salir. La saca del todo para volver a entrar. A mí me encanta ver como su pollón desaparece en mi culo con cada embestida. Agarra mis caderas con firmeza y sigue dándome.
La saca para cambiar de postura. Aprovecha el momento para cambia el condón, y escoge otro de color rojo. Me tumba boca arriba. “Vamos a hacer el frango assado. Quiero ver tu cara mientras te follo”... escucho. Introduce un par de dedos en el condón y me folla con ellos. Me encanta. Me tiene bien empalmado. Se calza el condón y penetra. Me la clava de golpe. Agarra mi polla y pajea. Me desafía con su mirada. Inclina su cuerpo hacia delante buscando mi cara. Deja caer su saliva sobre mi boca, que espera abierta sus regalos. Me lo trago. Estoy excitadísimo. Sigue bombeando. La curvatura de su polla hace maravillas con mi próstata. Tengo que pedirle que no me masturbe durante un rato. No quiero acabar ya. “Pero sigue follándome”... le digo. Y así lo hace. Abre mis piernas con sus manos y sigue dándome a buen ritmo.
Deja de encularme y se quita el condón. Se sienta sobre mí, mostrando culazo. Sin que ella diga nada, separo sus nalgas con mis manos y llevo mi lengua a su rajita. Ella se pajea y vuelve a chupármela. “Así, así. Cómeme el culo”... suelta entre gemidos. Alterna mamada con momentos en los que me pajea. “¡No te corras, eh!”... me advierte. Bia gime cada vez más. Mi beso negro la lleva al borde del delirio. Se da la vuelta de golpe y se coloca de rodillas frente a mi cara. Empieza a chillar y a soltar chorros de leche. Mi boca, bien abierta, recibe su rica descarga. Siento el calor de su leche sobre mi lengua. Su consistencia es densa y su sabor delicioso. Ella resopla. Una vez deja de convulsionar, más leche se acumula en la punta de su polla. Relamo y la llevo a mi garganta. Exprimo con mi mano y logro sacar más leche. Que también trago, evidentemente. Juego con su polla y lamo bien. Poco a poco, Bia vuelve en sí.
“Vamos al baño”... dice ya recuperada. Voy directo a la bañera. Sé lo que me espera. Ella se coloca de espaldas a mí y empieza a contonearse. Baila moviendo su rico culazo. Separa sus nalgas con sus manos y exhibe orgullosa su puerta trasera. “¿A que te gusta lo que ves?”... escucho. Al ver como abre y cierra su agujero, me entran ganas de salir de la bañera y clavársela ahí mismo. Sentir esas contracciones con tu polla dentro debe ser glorioso. Me contengo.
“Cómete mi fresón”... escucho mientras se da la vuelta. Saco mi lengua y relamo. Se agacha y deposita más saliva en mi boca. “Quieres mi meada, ¿verdad?”... pregunta sabiendo mi respuesta. Mi polla está a punto de reventar. La suya ha perdido algo de empalme. Parece concentrarse con su polla entre sus manos. Mi lengua trabaja su glande. Primer chorro, directo a mi boca. Se corta. Siento el calor de su oro líquido. Saboreo y trago. Intenso y salado, la misma impresión que tuve dos semanas antes. Su fuerte sabor hace que me excite más. Nuevo chorro, más intenso y más duradero. Atrapo su polla con mis labios para no dejar escapar nada. Siento su meada entrando en mi boca y atravesando mi garganta. “Córrete ahora, venga”... sale de su boca. En ese momento, exploto de placer. ¡¡Orgasmo espectacular!!
Tras la ducha, breve charla comentando la jugada. Confirmo lo que ya sabía. Bia lee en tu mirada. Sabe lo que te pone y se preocupa por dártelo. Quedar con profesionales como ella es un auténtico gustazo. Dejo el dinero en su mesita, me visto y me voy. Viene un nuevo cliente. Por cierto, forero. Me acompaña hasta la puerta y me despide con dos besos. Tengo claro que habrá nuevas entregas.
Así transcurrió mi último encuentro con Bia. De momento, vamos alternando servicios normales con sesiones de dominación. Me apasiona en sus dos facetas y es difícil escoger. Eso sí, el morbo está asegurado con Bia. Me encanta el sexo con ella. Además, siempre recibo sus ricos fluidos. Leche y lluvia dorada. Según me contó, sabía lo que pasaría antes de que yo llegara a su piso. Así es Bia.
Added on February 08, 2017 at 12:00 am